Si un bodegón debe representar alimentos, recipientes o utensilios domésticos, entonces este dibujo bien podría considerarse así. Bodegón internacional puesto que no sabemos de cuántas maneras posibles serán acompañados los Nicanores, si con café, canelazo, mate o té, si con champagne, ginebra, fernet, vino de arroz, vodka o absenta, los habrá que sean el acompañamiento perfecto de un chocolate caliente o que sea este el que adorne y ayude a descubrir las capas de hojaldre en un postre, como el que sirven en un famoso restaurante de Boñar.
Los Nicanores viajan, descubren, sorprenden y suelen entusiasmar. A veces llegan solos y otras lo hacen en cajas de dos en dos. Y es que si el «de Boñar» no se ha perdido tras más de ciento cuarenta años de sabor acompañando a «Nicanores» de manera altruista ha geolocalizado a la villa allá dónde han llegado para inundar de mantequilla y azúcar, de sabor. Merecidísimo premio reciente por parte del Ayuntamiento, reconociendo no solo trayecto industrial y sabor, también porque Boñar sea beneficiario directo de la bondad de su nombre.
Es ya habitual escuchar en cualquier programa de radio -trate o no de gastronomía- citar a nuestros nicanores, y por más veces que lo escuches, siempre produce un agradable escalofrío. Lo mismo que sobresalto es encontrar una caja posada en la cocina de Sagrillas viendo un capítulo del Cuéntame o en una torre poligonal de una tienda gourmet fuera de C y León.
Los boñarenses nos hemos convertido en vigilantes sigilosos, sin ser nombrados, recelosos de custodiar el nombre, la caja que encierra su sabor, distinguimos hacia donde escora cada capa y la redondez de sus pétalos, la mayoría nos sentimos ofendidos cuando de vez en cuando sale una de esas burdas aproximaciones al nombre y mucho menos al sabor -como aquello de los milamores o milcanores o milnoséque-, porque ya al granel somos muy de recordarlo allá dónde los veamos, «qué no, que eso no son nicanores!»
Una suerte de quinta generación que hace posible fabricar y encontrarlos fácilmente -como cerca- en cada barrio leonés y que bajo la acreditación del prestigio de los Nicanores todas las veladas sean agradables. Por muchos años, Guillermo.
Uhmmmmm y mira que están buenos; pero fíjate que no los he probado yo en todas esas variedades que has puesto; a lo mejor tenemos que hacer una cata ¿no? 🤣🤣 🥰🥰😘😘❤️❤️
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Yo no me canso nunca de ellos así sin nada más, pero sí que una vez escuché a un señor en una tienda gourmet que los tomaba con mate…
Buena semana, un beso grande!
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A mi me pasa igual. Habrá que probar esas nuevas variantes 🤣🤣
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Deliciosos, únicos. Gracias 🤝
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Gracias a tí por «venir» por aquí.
Un abrazo!
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